DECEPCIÓN

A raíz de la Dana de Valencia he podido constatar, tanto en niños como en adultos, que la decepción está siendo la emoción más sentida por la población este otoño, un sentimiento que pertenece a la dimensión de la tristeza.

Nuestros ánimos están bajos, con pesimismo, queja, enfado e impotencia. Y además, hartos de tanta falta de honestidad de la clase política.

La decepción es la emoción que sentimos ante el desengaño y produce dolor, pasa cuando nos damos cuenta de que lo que pensábamos sobre alguien, creyendo por ejemplo que quién nos gobierna supuestamente nos tiene que proteger por encima de intereses personales, no se corresponde con la realidad. No hablo de desilusión, esta se encuentra más en el campo de la fantasía, hablo de la decepción que juega en el de la certeza y la cruda realidad. Y en un tiempo convulso, donde las noticias de corrupción en el ámbito político ocupan los titulares día tras día, hemos pasado de la decepción al desprecio e incluso al asco y la repugnancia.

Las emociones son contagiosas, y cuando las viven un buen puñado de la población, tenemos que estar atentos para no empeorar aún más las cosas.

Trabajo con niños y niñas, siempre tan sabios, y Joan de 8 años nos dijo a raíz de lo que veía en la tele, “Para arreglar un conflicto, lo mejor es estar calmado”.

Tenemos derecho a sentir lo que queramos, y más con todo lo que estamos viviendo, pero ¿sabéis?, no tenemos derecho a hacer lo que queramos con lo que sentimos, como ser agresivo o hacer daño a los demás, ya que nos acabaremos convirtiendo en aquello que odiamos. ¿Cómo hacerlo? Fácil, un niño de 8 años nos dice por dónde empezar, calmándonos. Solo así las decisiones que tomaremos, a pesar de las circunstancies, serán más inteligentes.

Cristina Gutiérrez Lestón  Educadora Emocional (cristinagutierrezleston.com)

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